Mucho se ha dicho acerca de los cambios de paradigmas desde los cuales se
intenta generar conocimiento, especialmente en lo atinente a aquellas
intenciones exitosas de descripción y explicación del objeto de conocimiento
que la ciencia contemporánea intentó y logró esclarecer, a pesar de los
obstáculos que crecientemente fueron apareciendo en el paisaje oculto que la
naturaleza antepuso al observador más aguzado. Los cambios de paradigmas en
torno al conocimiento obedecieron siempre a la propia incapacidad de
observación de la ciencia, pues los mismos instrumentos diseñados se fueron
"obsoletizando", al punto de llegarse a plantear, al menos en el
mundo subatómico, que el observador cambia no solo la apariencia del objeto
observado, sino que lo hace de forma real. Ciertamente, esta cuestión ya
clásica en el medio social de la actual ciencia, ha sido dura de entender y de
anticiparse a la testarudez que ha caracterizado a los medios ortodoxos del
mundo científico. Y ello es precisamente de lo que se trata en este medio tan
obstaculizado del conocimiento: Qué ha ocurrido frente a los ojos del
observador, es una cuestión aún hoy día difícil de esclarecer; sin embargo, lo
que si es seguro es que, ante esta incertidumbre acerca del conocimiento, el
mundo se ha ido transformando desde las propias dinámicas introducidas por los
nuevos paradigmas del conocimiento: la ciencia ha transitado desde el
conocimiento de la transformación, que digamos es lo clásico, es decir,
reconocer que todo cambia desde los mismos albores de nuestra historia como
seres vivos finalmente, hasta la misma transformación del conocimiento; esto
es, a la par que es reconocido el cambio del mundo físico, también se ha
producido el cambio del rol del observador de la realidad: ahora también la produce,
aumentando sus dimensiones sin más. Dicho de otro modo, ha habido un paso en la
dinámico del conocimiento que transita desde la idea de cambio hacia la idea de
la "realidad aumentada". Cómo ha ocurrido esto es la tarea que se
presenta como reto a la comunidad de cientistas y filósofos de la ciencia,
sobre lo cual ya hay algunas ideas claras.
Una de esas ideas claras es el rol propiamente del observador que
mencionamos antes. Al llegarse al extremo de alterar el curso de la misma
naturaleza, se ha introducido un cambio en la mentalidad del observador en su
rol no solo de cognoscente sino propiamente de reproductor, mejor dicho,
"generador", del mundo que acontece. La ciencia se ha apropiado de la
dinámica generatriz de mundo, al extremo de cambiar su propia dinámica interna:
ha pasado epistémicamente de la idea de predicción de lo dado, a la idea de
predisposición no ya de lo dado pues no preexiste al observador, sino de lo
imprevisto no dado. Comprender esto es el nuevo rol de la filosofía de la
ciencia, especialmente desde las dinámicas del conocimiento acerca del nuevo
mapa del mundo, incluido la del cerebro humano, cuestión que hará
exponencialmente crecer nuestras expectativas acerca de lo que significa
conocer. Ya esto no es como antes: predecir mediante algoritmos todo el
entramado que compone la complejidad del mundo; sino crear no conocimiento;
crear mundo, crear realidad, crear vida. Frente a esto, la predictibilidad se
ha caído para reintroducir la incertidumbre acerca del mundo y de la vida,
cuestión que desde comienzos del presente siglo se tornó en la principal
característica de la filosofía de la ciencia.
Frente a todo este panorama de dudas, vienen insertos en el relato acerca
de la vida las posibilidades de su perpetuación. Se inserta entonces un
nuevo enlace necesario en la generación del conocimiento, auspiciado por la ética que le es
propia ahora. Ya no es dado hablar de la neutralidad del conocimiento ni mucho
menos de la ciencia; ahora estamos frente a los nuevos parámetros de la vida y
por tanto frente a los nuevos parámetros de la crítica: se trata de justificar
una ética del conocimiento, cuestión de la que se ocupa hoy día la bioética, en
tanto disciplina emergente en el contexto de la transformación del
conocimiento. De ello hablaremos en la próxima entrada. Damos con ésta nuestra
propia bienvenida luego de cuatro años de receso involuntario. Le doy a
nuestros seguidores la expectativa de discutir de nuevo estos y otros problemas
en torno al conocimiento y las nuevas dinámicas que en su entorno se han venido
tejiendo a lo largo de estos últimos años, no sin antes dejar en claro que
nuestros temas estarán enlazados por las dinámicas que las nuevas perspectivas
del conocimiento insuflan a la nueva filosofía de la ciencia, por lo que
trataremos de nuevo con problemas de índole científico, filosófico, político,
jurídico, de gestión del conocimiento, entre otros. Nos vemos por estos caminos
de la ciencia.
Prof. José Vicente Villalobos Antúnez
Universidad del Zulia